viernes, 24 de diciembre de 2010

Exordio

Comenzar algo siempre genera, a la vez, un sentimiento de incertidumbre y expectativa por el camino que se empieza a recorrer. Postear por primera vez en este blog me acerca a un mundo de insospechadas conexiones, donde sé que encontraré un chingo de carnales que ya andan por acá y que debía contactar para leernos mutuamente, pero también sé que toparé mucha banda que no conozco y que seguramente dará críticas objetivas, duras y realistas a mi escritura.
 El primer poema que subiré es sólo un gesto frenético, un arrebato de convulsiones interiores que debía expresar, algunos dirán que es un tanto agresivo, apresurado o informe, que formalmente tiene fallas muy graves, pero decido publicarlo así, tal como fue la emoción de la que surgió.


Galope angustiado

Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seriamos millonarios,
 dioses del cine o estrellas del rock, pero no lo seremos y poco a poco nos hemos
 dado cuenta y estamos, muy, muy enojados.
Chuck Palahniuk


Soy una fiera desencadenada a sus instintos,
al ritmo de la gran ciudad, hastiado de tanto mariposa infeliz
que vive conectado a su i pod,
y no tiene tiempo para escuchar el coloquio de la calle
ni para mirarle el culo a una muchacha en el transporte

Caímos de la raza cósmica y nos volvimos esta costra sin sangre:
Somos más domésticos, más obedientes,
más silenciosos, más puramente
                                                    imbéciles.

Soy una fiera desencadenada
                                               al correr de su sangre,
contemporáneo de una estirpe de simuladores
que no es capaz de saludar oliéndose el trasero,
que confiesan su amor a través de Messenger
pero cuando ven a su novia no pueden levantarle la falda.

Nosotros no tenemos Generación,
somos los hijos predilectos de la medianía,
el tumor cancerígeno del sueño latinoamericano.
El alba, sin embargo, ha llegado antes que nosotros
y aún no podemos levantarnos de las camas
y explotar nuestras venas, y soltarnos a caminar
distancias inextinguibles al ritmo de nuestros nervios
y al galope de nuestros músculos, convirtiéndonos en bestias,
en caníbales que cimbren la hipocresía de los manteles largos
y los cuellos podridamente blancos.

Es un siglo de masturbación sistemática el que vivimos,
de jodidos autistas mefíticos y miasmáticos,
de corrompidos placebos comprados
por necesidades ficticias,
por jodidas miserias espirituales.

Yo soy una fiera, vengo de una raza bravía,
no sueño con una casa ni en tener un auto,
ni en cojerme a una modelo con tetas de plástico,
pues nada hay más grotesco que el sentimiento de bienestar
de autocomplacencia fingida y obsoleta.
Soy una fiera, soy una bestia,
el temor de aquellos que ya encontraron una silla:

Atentar contra uno mismo es agredir la imagen del consumo,
por eso la violencia de mis sangre es oro contenido
es el futuro que voy ganando:
soy la carne viva y pura,
la luz que despunta en ascendencia hacia el estallido.